Un Metropolitano para todos los limeños

Desde el 16 de julio, el servicio del Metropolitano tuvo un considerable incremento de precios. La ruta troncal pasó de costar S/2.50 a S/3.20; es decir, una subida del 28% que afecta a muchísimos de los 700,000 usuarios diarios del servicio.

Las protestas de los pasajeros no se han hecho esperar y diversos medios han señalado que, tras este incremento, el Metropolitano pasa a ser el servicio de BRT (bus de carril segregado) más caro de la región.

Para analizar esta modificación, creo fundamental plantear dos preguntas: ¿se trata de un incremento justificado? y ¿es razonable desde el punto de vista de la política pública? Aun cuando parecen cuestiones similares, son en el fondo distintas.

Respecto de lo primero, aunque el malestar de los usuarios es perfectamente comprensible, cabe notar que se trata del primer incremento en ocho años, periodo en el cual la estructura de costos del servicio ha variado de manera sustancial.

El precio de los dos principales insumos –personal y gas– ha experimentado subidas dramáticas entre 2014 y 2022. Así, el nivel de salarios creció en cerca de 30% y el precio del gas en más de 40%.

A ello se suma la irrupción de la pandemia, que en marzo de 2020 llevó a que el nivel de pasajeros –y por tanto de ingresos– se redujera a la séptima parte. Aunque han pasado más de dos años, el volumen de usuarios aún no regresa a niveles prepandemia.

A la luz de esta información, una subida en la tarifa parece tener justificación. De hecho, las tarifas de rutas paralelas al servicio troncal operadas por privados han tenido incrementos aún mayores.

Ahora bien, vamos con la segunda interrogante. ¿Se trata de un incremento razonable desde el punto de vista de la política pública? Acá las cosas cambian.

Aunque es una subida con justificaciones de cara a los operadores del servicio, sitúa la tarifa en un nivel tal que se torna prohibitiva para un gran número de limeños.

De hecho, el gasto para un ciudadano que utiliza el servicio todos los días laborables representa un 16% del sueldo mínimo bruto actual.

A ello se suma que muchos usuarios pagan tarifas adicionales para llegar a las alimentadoras o a la ruta troncal, con lo que el porcentaje del ingreso destinado al transporte puede llegar a superar el 20% o incluso 30%. Algo a todas luces insostenible.

¿Hace sentido que el principal sistema de transporte público formal de la ciudad –junto con el Metro– excluya a una importante porción de los limeños? Claramente no. Es por ello que en prácticamente todos los sistemas de Metro y BRT del mundo existe un subsidio público al usuario.

De hecho, esto es lo que sucede en nuestro Metro, donde la tarifa estándar es S/1.5, pero el costo real de proveer el servicio es de S/4.00. Los S/2.5 restantes son subsidiados.

Si queremos tomar como referencia un ejemplo internacional, en el Metro de Nueva York menos del 40% de los ingresos proviene de la tarifa del usuario. El restante viene de subsidios e impuestos específicos.

Esto es algo de lo que no se debe culpar a los operadores del Metropolitano, sino más bien al diseño del contrato de concesión, que desde el inicio fue planteado como autosostenible; es decir, sin considerar subsidios al usuario.

Es momento de tener una discusión informada y seria sobre la posibilidad de destinar recursos públicos para un sistema de transporte tan trascendental para la ciudad. La estrategia debe ser gradual y ser consistente con las posibilidades y realidad fiscal del país. Hacerlo permitirá que muchísimos limeños más puedan acceder a un transporte digno y seguro en su ciudad.

Realizado por: Joaquín Rey, investigador principal de Videnza Consultores
Columna de opinión publicada el 24 de julio de 2022 en el diario Perú21.

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