COVID-19: El planeta en pausa
El 31 de diciembre de 2019, la oficina de China de la Organización Mundial de la Salud (OMS) escuchó los primeros informes de un virus desconocido detrás de una serie de casos de neumonía en Wuhan, ciudad en el este de China con más de once millones de habitantes. El 11 de marzo, lo que comenzó como una epidemia limitada a dicho país fue declarada pandemia por el citado organismo internacional.
Son contadas las veces que países de todos los continentes se enfrentan simultáneamente a un virus capaz de generar emergencias sanitarias de proporciones todavía inestimables. Las decisiones las estamos tomando en tiempo real para cambiar la historia natural de esta enfermedad. Por ello, cada vez más Gobiernos decretan medidas de aislamiento social para evitar la propagación del virus entre sus ciudadanos. La rutina del planeta y gran parte de las actividades económicas se han detenido. Sin duda los impactos negativos serán sustanciales. Ahora, sin embargo, queremos hablar sobre una consecuencia positiva: la mejora de la calidad del aire.
El 19 de febrero, Carbon Brief, portal de divulgación científica sobre el cambio climático y las respuestas políticas frente a él, reveló que las emisiones de CO2 en China se redujeron en 25% desde que se inició la cuarentena. Algo similar ha ocurrido con la capital española. Según información del Ayuntamiento de Madrid, la contaminación atmosférica disminuyó hasta en un 35%.
En el Perú, el registro de la Gerencia Regional de Salud de Arequipa (Gersa) reportó que la contaminación ambiental en dicha ciudad bajó hasta en un 60% desde que se decretó la emergencia sanitaria a nivel nacional. Y nuestra capital también está respirando un poco mejor. Data del Ministerio del Ambiente indica que entre los días 16, 17 y 18 de marzo, la calidad del aire en la estación del distrito San Juan de Lurigancho registró cifras de 35, 24 y 15 microgramos por metro cúbico, los valores más bajos obtenidos en Lima este en los últimos tres años. Son indicadores especialmente relevantes porque el movimiento de los vientos desde el mar hacia el continente trasladan la mayor parte del material contaminante a esta parte de la ciudad.
El actual contexto de emergencia, y la situación de vulnerabilidad a la que nos está exponiendo el virus a escala global, nos deben llevar a aplicar cambios consistentes en nuestras operaciones y en nuestro modus vivendi. Debemos pensar en nuevas formas de entender la economía, la política, las relaciones sociales, la cultura, la actividad industrial y nuestro vínculo con la naturaleza. Necesitamos transformar la relación que tenemos con el entorno y tomarnos en serio el cambio climático y sus consecuencias. Es el momento de hablar de economía verde y de tomar la posta por la lucha ambiental. No atender las alertas que claramente nos está enviando nuestro planeta es, sencillamente, suicida. Convirtamos la crisis en oportunidad.
Realizado por: Katherine Campos, coordinadora de capacitación y comunicaciones, y Meylin Alarcón, analista digital y de comunicaciones
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