La inversión más rentable, por Franco Sebastiani y Lucía Valdivieso

El 30 de diciembre último, el Gobierno aprobó el Programa Presupuestal de Desarrollo Infantil Temprano, a cargo del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis). Su objetivo es financiar intervenciones que contribuyan a construir capacidades en la primera infancia, que comprende desde la gestación hasta los cinco años de edad.

Como destaca Unicef, invertir en la primera infancia puede aumentar los ingresos individuales en edad adulta en hasta un 25%. Y esto es posible a un costo asequible, porque muchas intervenciones pueden ser integradas en los servicios existentes, como la atención en salud y nutrición. Desaprovechar esta etapa crucial tiene consecuencias negativas de largo plazo como peores condiciones de salud, aprendizaje y capacidad de generar ingresos. También perpetúa los ciclos intergeneracionales de desigualdad, pues los niños más afectados provienen de familias en situación de pobreza.

La primera infancia ofrece una oportunidad única en la formación del cerebro de los niños y niñas, pues las conexiones neuronales se producen a una mayor velocidad que en el resto del ciclo de vida. Unicef señala, además, que este proceso requiere de una adecuada nutrición y estado de salud, protección contra el daño, estimulación positiva y oportunidades de aprendizaje temprano. Por ello, el desarrollo infantil temprano requiere ser abordado desde un enfoque multidimensional, como considera el nuevo programa presupuestal en cuestión. Este sigue el modelo conceptual de los lineamientos “Primero la Infancia”, aprobados en el 2016, que considera cuatro componentes clave en el desarrollo infantil temprano, como se muestra a continuación:

Desde la última década, los distintos sectores vienen realizando esfuerzos que abordan algunos componentes del desarrollo infantil temprano. Por ejemplo, el Ministerio de Salud (Minsa) dirige los programas presupuestales “Programa articulado nutricional” y “Salud materno neonatal”, cuyo objetivo es disminuir la desnutrición crónica en niños menores de cinco años, así como la morbilidad y mortalidad materno-neonatal. Según las cifras oficiales más recientes publicadas por el INEI, se ha logrado reducir la incidencia de desnutrición crónica infantil en menores de cinco años de 14.6% a 12.2% entre el 2014 y el primer semestre del 2019, indicador que ascendía a 28.5% en el 2007.

Por su parte, el Midis encabeza los programas presupuestales “Cuna Más”, orientado a mejorar el nivel de desarrollo infantil de menores de tres años en situación de pobreza, y “Juntos”, dirigido a incrementar el acceso informado a servicios de salud, nutrición y educación por parte de gestantes, niños, adolescentes y jóvenes en situación de pobreza en zonas rurales. La desnutrición crónica en los niños beneficiarios del programa “Juntos” a nivel nacional se redujo de 27.6% a 21% entre el 2013 y la primera mitad del 2019.

Además, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) lidera el programa presupuestal “Lucha contra la violencia familiar”, que busca reducir la violencia sufrida por niñas, niños, adolescentes, mujeres y adultos mayores en el hogar. Entre el 2014 e inicios del 2019 se logró reducir la proporción de mujeres que sufrieron violencia a manos de su esposo o compañero de 12.1% a 9.8%.

No obstante, aún queda mucho trabajo por hacer en materia de desarrollo infantil. A pesar de los esfuerzos, la anemia sigue siendo un problema grave. Entre el 2014 y el primer semestre del 2019 solo se redujo de 46.8% a 42.2%. Esta cifra dista mucho del objetivo del Minsa de reducir la anemia infantil en el 2021 a 19%. Asimismo, si bien se han alcanzado importantes logros en desnutrición crónica, en el ámbito rural tiene una prevalencia de 25.2%.

La lactancia materna en menores de seis meses se redujo de 68.4% en el 2014 a 64.0% en el primer semestre del 2019, cuando dicho indicador debería haber aumentado. Además, aún es común y a veces socialmente aceptado el uso del castigo físico como forma de corregir comportamientos inadecuados en menores de cinco años.

Integrar la complejidad del desarrollo infantil temprano en un solo programa con un responsable claro representa un gran avance en el camino de unificar esfuerzos, crear sinergias y ser más efectivos en las intervenciones. Queda pendiente que el Midis emita las disposiciones requeridas para la articulación del nuevo programa. Asimismo, la elaboración de los protocolos, guías e investigaciones necesarias para su implementación.

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