Fuga de talentos

A estas alturas ya queda claro que el principal riesgo de este gobierno no es una determinada postura ideológica. Lo que hoy debe preocuparnos es, más bien, su absoluta improvisación e inoperancia, y la captura del Estado para favorecer argollas y pagar favores. Estos elementos están conduciendo a un resultado dramático para el país: el rápido debilitamiento de la institucionalidad pública.

Al igual que la reputación, la fortaleza institucional puede tardar años en ser construida, pero bastan solo unos pocos meses para dilapidarla. Eso es lo que sucede hoy en diversos sectores del Estado en los que se produce una veloz fuga de talentos.

Quizás el caso más emblemático es el del sector Salud. Desde la designación de Hernán Condori como ministro, se han producido renuncias muy significativas, como la del doctor Gustavo Rossel, quien llevaba cerca de cuatro años en el Ministerio de Salud, y que en los últimos 10 meses tuvo un rol fundamental en el proceso de vacunación contra el COVID-19 como viceministro de Salud Pública. Otro caso es el del grupo conformado por Virginia Garaycochea, Edwin Vásquez, Ladislao Tutaya, Juan Rivera y Gabriela Minaya, los cinco integrantes del Equipo Consultivo de Alto Nivel (ECAN) de este ministerio, que tenía a su cargo la definición de criterios para la priorización en el proceso de vacunación.

Estas son algunas de las renuncias más sonadas, pero, por cada una de ellas, se produce luego una seguidilla de salidas de funcionarios de más bajo rango, quienes no están dispuestos a ponerse a las órdenes de profesionales no calificados, improvisados y, en el peor de los casos, prontuariados.

Aunque por otras razones, algo similar sucedió durante la segunda administración de Alan García, donde las drásticas reducciones remunerativas ahuyentaron a muchos funcionarios calificados. La recuperación del tejido institucional no pasa por un simple cambio de administración, sino que puede tomar años, y en el proceso se debilitan los servicios públicos para el ciudadano. Esto es, peor educación y salud pública, pobre administración de justicia, infraestructura deteriorada, etc. Las consecuencias son muy concretas para los ciudadanos.

Corresponde al Congreso interpelar y censurar a tanto incompetente. ¿Cómo es posible que el Legislativo se mantenga inmóvil ante casos como el de Condori en Salud o el de Juan Silva en Transportes y Comunicaciones? Es momento de que nuestros padres de la patria comprendan que hacer oposición efectiva no es dar discursos airados en el Pleno, sino, más bien, usar las herramientas a su alcance para ejercer control político y limitar el poder del Ejecutivo.

Medidas absurdas

Mi solidaridad con los moteros que el viernes se dieron cita en el pasaje Sarratea para protestar contra el proyecto de ley presentado por el Ejecutivo para prohibir la circulación de motocicletas con dos pasajeros para supuestamente reducir los niveles de delincuencia. Esta iniciativa es tan absurda como inefectiva. La razón es simple: el robo está prohibido e igual sucede. Si los ladrones ya planean delinquir, no tendrán problema en violar una norma más. Es, además, injusto con los tres millones de peruanos que utilizan este medio de transporte diariamente.

Una medida de este tipo equivale a prohibir totalmente la circulación de avionetas argumentando que algunas de ellas se dedican al transporte de drogas, o prohibir el comercio en línea para evitar las ciberestafas. Menos demagogia, presidente.

Realizado por: Joaquín Rey, investigador principal de Videnza Consultores

Columna de opinión publicada el 20 de febrero de 2022 en el diario Perú21.

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