Fiscalización teatral

Ante un gobierno tan precario y abarrotado de acusaciones de corrupción, el Congreso es el llamado a limitar el poder del Ejecutivo y a ejercer un contrapeso y fiscalización permanentes. Para ejercer este rol, poco sirven los discursos airados en el Pleno o los tuits amenazantes de parlamentarios en redes. Si estos no se traducen en acciones concretas de control político, no son más que una pantomima de fiscalización que burla a la ciudadanía.

Desde que se instalaron Ejecutivo y Legislativo, hemos sido testigos de varias instancias de esta curiosa forma de oposición teatral. Así sucedió, por ejemplo, con el ministro Juan Silva, aliado del transporte informal e impulsor de la contrarreforma de su propio sector. Aun cuando Silva era reiteradamente vapuleado a nivel discursivo por diversos grupos parlamentarios, sobrevivió a tres cambios de premier hasta su renuncia a fines de febrero. Las bancadas de “oposición” tenían votos de sobra para censurarlo desde el inicio, pero nunca tuvieron una real intención de hacerlo.

Algo similar vemos estos días con otra joya de la administración Castillo: el ministro Hernán Condori. Este promotor de la pseudociencia e investigado por cobros indebidos y negociación incompatible por su labor en la región Junín parece tener todas las de quedarse. Aunque las críticas llovieron tras su designación, la sesión de interpelación del pasado miércoles fue una burla en la que más fuerte sonaron los halagos entre Fuerza Popular y el doctor “agüita” que las críticas a la gestión de este improvisado.

Ahora corre una moción de censura que solo ha recibido el apoyo de 17 congresistas (los de Avanza País, el Partido Morado y los parlamentarios Roberto Chiabra y Carlos Anderson). Los integrantes de Renovación Popular –quienes se presentan como la oposición más extrema a la administración Castillo– ya anunciaron que no la firmarán, y los de Fuerza Popular indican que “lo evaluarán”.

Pregunto: ¿qué más evidencia hace falta para constatar que el señor Condori no está preparado ni profesional ni éticamente para el cargo que ostenta? Es realmente insólito que no sea posible llegar a los 33 firmantes que hacen falta para presentar la moción de censura en su contra. El Congreso se vuelve cómplice de la infame administración Castillo.

Este no es un asunto de medir fuerzas o de ejercer una oposición ciega. Se trata de salvaguardar el interés ciudadano. Mantener como ministro de Salud a un improvisado tiene costos muy altos para la sociedad. Y si alguien lo duda, acá están las cifras: mientras que hasta fines de febrero se aplicaba en promedio unas 111,000 dosis diarias de vacunas contra el COVID-19, hoy el promedio es de solo 56,000. Esto representa una caída de un 50%, tal como lo ha informado Gabriela Jiménez, exjefa de Inmunizaciones del Ministerio de Salud.

En suma, estamos ante un Legislativo cuyo discurso va por un lado y sus acciones por otro. Quizás esto explica su alto nivel de desaprobación –70% según la encuesta revelada por Ipsos la semana pasada–, solo comparable con el de Pedro Castillo.

Hay, por supuesto, honrosas excepciones como las señaladas líneas arriba. Pero son largamente insuficientes para hacer frente a un Ejecutivo que tiene al país a la deriva.

Hoy más que nunca el país necesita un Congreso a la altura de las circunstancias. El teatro ya estuvo bueno.

Realizado por: Joaquín Rey, investigador principal de Videnza Consultores

Columna de opinión publicada el 20 de marzo de 2022 en el diario Perú21.

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