Vacuna COVID: el reto logístico
En las últimas semanas, el foco en torno a la COVID-19 se ha centrado en la estrategia nacional de obtención de la vacuna. Un aspecto igualmente fundamental que recibe menos atención es el reto logístico que surgirá tan pronto la vacuna esté disponible en territorio peruano. Un reto que, por su complejidad, debiera ser de preocupación prioritaria en la agenda pública.
Diversos estudios resaltan la importancia de contar con una adecuada estrategia de distribución de vacunas en el marco de una pandemia (Rambhia y otros, 2010; Smith y otros, 2011; Gilbert, 2017; Yangzi y otros, 2020). Por un lado, las características geográficas del país y el heterogéneo avance de la pandemia en el territorio son factores que deberían considerarse en cualquier estrategia de distribución. Por otro lado, la distribución de las vacunas debe tomar en cuenta criterios de priorización de beneficiarios, así como las lecciones aprendidas de las pandemias recientes como la H1N1.
Cuatro son los aspectos fundamentales a considerar para la estrategia de distribución de la tan esperada vacuna contra la COVID-19. En primer lugar, el Estado debe definir una estrategia de focalización y priorización de los beneficiarios de la vacuna. Para ello se requiere contar con criterios claros y consensuados, tales como variables geográficas, condiciones de vulnerabilidad, nivel de exposición, entre otros. Dichos criterios deben ser insumo para elaborar un cronograma de vacunación con metas claramente establecidas, que debe acompañarse de una estrategia de comunicación que brinde información del proceso y promueva la aceptación de la vacuna.
El segundo aspecto tiene que ver con los retos de distribución interna de la vacuna. Esta tarea puede ser abordada con el apoyo un operador logístico que tenga a cargo el almacenamiento, distribución y manejo de datos del proceso. Debe garantizar las adecuadas condiciones de almacenamiento y cadena de frío para la preservación de la vacuna a lo largo del proceso. Asimismo, establecer una estrategia de almacenamiento y distribución descentralizada con una lógica de red integrada.
En tercer lugar, se debe habilitar una red de centros de aplicación de vacunas cuya ubicación garantice la cercanía al ciudadano y minimice las aglomeraciones. Para este fin, el Estado puede apoyarse en las capacidades privadas. Así, por ejemplo, en el contexto de la pandemia H1N1 en Estados Unidos, varios estados se respaldaron en cadenas privadas de farmacias para la vacunación de la población prioritaria.
Por último, se requiere desarrollar un sistema de seguimiento y monitoreo que permita la trazabilidad de la vacuna desde su ingreso al país hasta su aplicación al paciente. Este factor es indispensable para una adecuada gestión de los aspectos logísticos de la estrategia de inmunización. Además, permite realizar un seguimiento farmacológico a los pacientes vacunados.
Planificar la aplicación de la vacuna es una tarea igual o más importante que su adquisición masiva. Más aun cuando en el Perú, en contextos normales, las campañas de inmunización enfrentan retos considerables. Así lo confirma el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) cuando vemos que al 2019, y a pesar de los avances, solo el 61% de los niños menores a tres años contaban con la totalidad de vacunas requeridas a su edad. No dejemos que la pandemia más grande de la historia reciente nos encuentre desprevenidos ante este desafío.
Realizado por: Joaquín Rey y César Núñez, investigador principal y analista en Videnza Consultores, respectivamente
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