Sin crédito ni estabilidad financiera no habrá reactivación
Tras un año de estado de emergencia, el mayor logro de las autoridades económicas ha sido mantener la estabilidad financiera y evitar el racionamiento del crédito a la actividad productiva. Tradicionalmente, el canal financiero ha sido el transmisor de shocks externos al sector real de la economía. En esta ocasión, el 55% del estímulo económico desplegado han sido las líneas de liquidez monetaria respaldadas por el Tesoro público (Reactiva Perú) y los programas de garantías a la MYPE a través de Cofide (y ahora las entidades financieras). A esto se suma la aplicación de una política monetaria expansiva, una efectiva regulación macroprudencial contracíclica y la decisión de reprogramar el servicio de la deuda de más de una tercera parte de la cartera de préstamos al sector privado. De manera acertada, el Gobierno decidió reprogramar los períodos de repago de Reactiva Perú por S/ 16 mil millones (27% de la cartera), de manera focalizada para mitigar las dificultades de las empresas más afectadas por la crisis.
En este contexto, resultan injustificados los cuestionamientos de algunos candidatos presidenciales a la eficacia de estos programas y, más preocupante aún, la arremetida en contra de las autoridades que lideraron estos esfuerzos. El reciente repunte de la depreciación cambiaria no solo responde a la expectativa de un incremento en las tasas de interés internacionales (con la recomposición de los flujos externos de capital) sino también a la incertidumbre electoral y el cuestionamiento que algunos hacen a la autonomía constitucional del ente emisor. Pareciera haber amnesia en ciertas tiendas políticas de lo perjudicial que fue para el país cuando la política monetaria estaba sometida a las preferencias de los gobiernos de turno. No podemos olvidar que la inestabilidad financiera y monetaria (y la resultante hiperinflación y colapso de la intermediación financiera) sumió a un 60% de la población en la pobreza ni tolerar que se petardee la institucionalidad macroeconómica del país. El manejo macroeconómico peruano es uno de los más respetados y creíbles en el mundo; de otro modo, el Gobierno no podría seguir emitiendo bonos en el mercado internacional bajo las mejores condiciones financieras.
“Hay muchos retos para el próximo Gobierno. Entre ellos, incrementa la competencia y la inclusión financiera, pero sin poner en riesgo la estabilidad macroeconómica”.
Cuando estalló la pandemia, a diferencia de varios países de la región, tuvimos el margen de acción y se inyectó liquidez a través del Programa Reactiva Perú para evitar el rompimiento de la cadena de pagos de más de 500 mil empresas, de las cuales 88.7% son microempresas. La cartera de créditos de Reactiva Perú asciende a S/ 58.094 millones, donde 46.3% fue asignado a las MYPE. Además, este programa ha tenido un impacto significativo en preservar el empleo, específicamente se salvaron 2.8 millones de puestos de trabajo, de los cuales 2 millones corresponden a empleo formal registrado en la planilla electrónica. Sin embargo, se estima haber llegado a solo 40% del universo de MYPE, dejando por fuera a millón y medio de micro y pequeñas empresas al no ser sujetos de crédito o ser informales.
La aplicación de Reactiva Perú fue clave para mantener el flujo de créditos al sector privado. En el cuarto trimestre del 2020, el crédito total creció 13.1%, siendo sostenido por los préstamos de Reactiva Perú (que incrementaron el crédito en 17% y compensaron la contracción de 3.9% del resto de portafolios de crédito). A nivel regional, esta expansión crediticia ha sido mayor que la registrada en países como Colombia (11.8%) y México (7.7%), lo que probablemente explique por qué nuestro país se está recuperando a un mayor ritmo y las proyecciones de crecimiento para este año sean las mayores de la región.
Una vez que se reinicie la cobranza regular de la deuda financiera, es evidente que la tasa de morosidad se incrementará significativamente (tasa que se ubica hoy en alrededor de 4%). Según los reportes de las sociedades depositarias, al cuarto trimestre se reprogramó el 46% de la cartera de pequeñas empresas, el 27% de la cartera de microempresas y el 46% de la cartera de consumo. Mucho de este crédito no podrá ser honrado y la necesidad de mayores provisiones para cubrir la cartera atrasada impedirá que se coloque la liquidez que tiene disponible la mayoría de entidades financieras. Aun cuando se prevé que se ejecute una parte importante de las garantías de Reactiva Perú (por S/ 8 mil millones, según el MEF), es innegable que se evitó una crisis más profunda y la economía se recuperará más rápido de lo anticipado, pese al saldo desfavorable de tener 1.5 millones de desempleados y 1.5 millones de puestos de trabajo destruidos. Además, es crucial que hasta la fecha no se hayan registrado casos de insolvencia en las entidades financieras, lo que hubiera tenido un costo fiscal mucho mayor y hubiera estresado mucho más al sistema.
Sin embargo, las fuentes de riesgo siguen latentes; no por la crisis externa, sino principalmente por la adopción de medidas antitécnicas e inconstitucionales propulsadas por el Congreso y por el riesgo de regresar a viejos esquemas que hicieron retroceder décadas a nuestro país. Hay muchos retos pendientes para el próximo Gobierno y Congreso. Entre ellos, incrementar la competencia y la inclusión financiera, pero esto no puede hacerse poniendo en riesgo la estabilidad macroeconómica y prometiendo medidas (topes a las tasas de interés o crédito dirigido) que podrían resultar siendo regresivas y den rienda suelta a la usura del financiamiento informal.
Realizado por: Luis Miguel Castilla, director de Videnza Consultores
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