La agenda económica: un llamado a la sensatez
Hace diez años fui convocado por un presidente electo que partía de una plataforma de izquierda y había suscrito una hoja de ruta para lograr ser elegido. Mi nombramiento como titular del MEF y la ratificación del presidente del BCR lograron disipar las dudas del sector empresarial y de los mercados internacionales sobre la orientación del gobierno nacionalista. Este giro ideológico fue real y se mantuvieron las líneas maestras del modelo económico.
Hoy estamos frente a una situación similar a la del 2011. Para muchos, el candidato de Perú Libre tiene la disyuntiva de mantener su planteamiento basado en una “economía popular con mercados” o intentar una moderación de sus planteamientos radicales para conquistar al centro electoral. Si bien las próximas semanas serán fundamentales para comprobar si se revisan los planes de gobierno originales, un aspecto determinante será la veracidad de una eventual moderación y la confianza que pueda generar el próximo equipo de gobierno.
Una de las primeras tareas del nuevo MEF será presentar al Congreso el próximo 30 de agosto el proyecto de ley de presupuesto de la República, el nuevo marco de proyecciones macroeconómicas y los ingresos fiscales que sustentan la expansión del gasto público. Esto último será clave para ratificar si el manejo fiscal continúa ostentando una elevada calificación crediticia que le permita al país continuar accediendo a financiamiento externo bajo condiciones favorables. Una expansión desmedida del gasto que atente contra la sostenibilidad de las finanzas públicas o la adopción de medidas confiscatorias serían medidas automáticamente penalizadas por los mercados y marcarían el quiebre de décadas de disciplina fiscal y respeto del Estado de derecho.
Además, una de las principales tareas del nuevo equipo económico será reactivar la economía y, para ello, un elemento clave será generar confianza a las empresas. Esto requiere de un mensaje claro y orientador, para darle a la inversión privada más predictibilidad, en vista que representa el 80% de la inversión total. La tarea fundamental será la generación de empleo de manera sostenida y la recuperación de las pérdidas registradas durante la crisis. Planteamientos de cambios radicales lograrían precisamente lo opuesto: ahuyentar a la inversión privada e impedir la generación de riqueza en el país.
El éxito de la gestión económica para despertar confianza en el sector privado dependerá de que el nuevo equipo acredite suficiente experiencia en la administración estatal, tenga el reconocimiento de los mercados, sepa regular con proporcionalidad y cuente con la habilidad política para entenderse con el Congreso y otros actores autónomos.
El resultado de la primera vuelta muestra que existe una gran tarea pendiente para atender las necesidades de poblaciones que se sienten marginadas del progreso y que no han podido acceder a servicios básicos de calidad. Esto se debe a la disfuncionalidad del Estado, las falencias de la gestión pública y la frágil institucionalidad del país. Al margen de quien gane las elecciones, estos problemas no se resolverán pateando el tablero, ni prometiendo panaceas efectistas, ni manteniendo el status quo.
El próximo MEF también tiene la gran responsabilidad de acompañar los esfuerzos del gobierno por lograr una mayor cohesión social. En un contexto de gran fragmentación parlamentaria, la capacidad técnica será insuficiente si no se cuenta con acuerdos mínimos con las fuerzas políticas. Luego de un lustro de inestabilidad, es momento que la polarización política extrema abra el espacio a la adopción de propuestas sensatas y accionables que recuperen rápidamente la confianza de todos los ciudadanos sin excepción. Nuestro futuro bienestar depende de ello.
Realizado por: Luis Miguel Castilla, director de Videnza Consultores
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!